A la muerte de mi hermana
El destello de sus lágrimas azules resbalaba como agua pura entre mis manos
Su asombro al escuchar la dulce prosa religiosa que se escapaba de mis labios
La imaginación que rebota en los sentidos y mis lágrimas calladas en la nostalgia del ayer, traspasaban el umbral de lo real
Estaba frente a ella y su dolor. Su apacible figura se avergonzaba del momento crucial que vivió en esos años de sombras y nostalgias. Era la madre que moría lentamente frente a mí y yo destrozada, el alma en mil añicos oraba torpemente como queriendo aferrarme a la única esperanza
El cristal se había roto, la vida se esfumaba como sorda a mis llamados. Era tarde la oscuridad comenzó a invadirnos y sus ojos moribundos se cerraron con la misma inquietud de aquellos tiempos de soledad y vacío.
Se fue en setiembre nunca la voy a olvidar.
“Fuiste una lección”